Olvida la piel grisácea y las protuberancias que te podrían recordar desagradables verrugas. Olvida que habita mayoritariamente en aguas estancadas y pestilentes. Olvida sus injustos vínculos con la brujería en la preparación de brebajes y hechizos varios. Olvida las glándulas parotoides y sus bolsas de toxinas. Olvida el rancio olor. Son detalles menores, como las cifras del crimen, la recesión económica o la regresión democrática. Concéntrate en lo positivo. Estamos viviendo una transformación radical de la sociedad, sin privilegios y sin corrupción. Además, son lentos y fáciles de capturar. Solo uno de cada diez es venenoso. Y sólo la mitad de estos es mortal. ¿Bartlett? ¿Ackerman? Olvídalos. Son referentes. Piensa en la culebra de collar, inmune a su repelente secreción lechosa. Imítala. El sapo traga entero todo lo que se cruza en su caza. El sapo no tienes escrúpulos pequeñoburgueses y traga babosas, moscas, orugas, gusanos, cochinillas. Incluso disfruta a los ratones de tamaño menor. Imítalo y engúllelo entero, sin masticar. Olvida que el sapo también es lo que come. Avienta el problema a las generaciones que vienen. Confía en la fuerza de los ácidos de tu sistema digestivo. No tienes lengua protráctil. De acuerdo. Formas parte de la periferia del partido. Pero tienes tu huesito en el Once, en TV UNAM. Llegaste incluso a la odiada Televisa, donde ahora eres “analista político”. Busca el ejemplo de tus colegas moneros, que tragan sapos del tamaño de una olla de tamales sin inmutarse. La culpa es de Calderón. Recuérdalo y no te hagas de la boca chica. De hecho, tú tienes dos bocas. Concedo que no son ancas de ranas en un restaurante de Auvernia, pero el privilegio de cruzar el pantano sin mancharse es de unos pocos solamente. Así que cierra los ojos y olvida el feminismo. Pinches viejas qué se creen. Cierra los ojos y olvida el ecologismo. El tren maya es necesario. Repite conmigo: dos más dos son cinco. Un sapo es algo delicioso y nutritivo. Igual descubres que el sapo es un remedio natural contra el covid-19. Disfruta y buen provecho, compañero cobaya.
De segundo tenemos auténticas tortillas, arroz criollo no transgénico y popolitos negros. Muy negros.