Francisco Villa mandó matar a Paulino Martínez y a David G. Berlanga; Emiliano Zapata asesinó a Otilio Montaño; Venustiano Carranza mató a traición a Zapata y, por la vía de la justicia expedita, a Felipe Ángeles; Álvaro Obregón se despachó a Francisco Murguía, a su compadre Francisco Serrano, a Villa y al propio Carranza, y a su vez murió asesinado. Le robaron la presidencia a José Vasconcelos, en 1929, y a Juan Andreu Almazán, en 1940. Hubo rebeliones que triunfaron, por ejemplo, la de Agua Prieta, que llevó a los sonorenses al poder, y otras que fracasaron, como la de los hermanos Cedillo de San Luis Potosí, pero nadie le apostó a las urnas, verdadera causa del levantamiento. El campo, paralizado por el despojo y el crimen sin fin, no pudo, como el argentino, aprovechar la primera guerra mundial para exportar alimentos a la devastada Europa y salir del atraso milenario. Los comisarios ejidales le dieron la vuelta y crearon fábricas rurales exitosas. Fábricas de pobres, que inundaron las ciudades. Salvo el pequeño comercio de algunas capitales, la minería y el petróleo, en manos extranjeras, todo quedó suspendido, con mexicana alegría. Pese a ello, la bola tuvo parque suficiente para seguir matando, esta vez a campesinos mal armados, conservadores avant la lettre que pedían el inaudito derecho a celebrar misa. Plutarco Elías Calles, Adolfo de la Huerta, Vasconcelos, Martín Luis Guzmán y otros cientos debieron exiliarse para no seguir el camino del camposanto. Porfirio Díaz dejó el poder en 1911, y murió en París, exiliado, en 1915. Para 1940, el país se había pacificado, a costa de sus libertades democráticas. Tras décadas de discordia, lentamente, se fueron unificando, amalgamando esas historias de enfrentamientos y traiciones en un cuento de hadas, contado desde el poder, llamado Revolución mexicana, rebautizado ahora felizmente como Tercera Transformación.
Muy buen relato y análisis, de esos que a los mexicanos de los 80 nos faltó conocer a instancias del PRI que lavaba la ropa sucia en casa, pero no se oxigenaba. Te acabo de descubrir, y voy a leer lo que escribes. A ver si es una pieza valiosa para este acertijo que es el México del 2020. Por el momento agradezco la aportación.