En estos días de pandemia, no deja de sorprenderme la virulencia de la discordia mexicana, provocada, en primer lugar, por la presidencia de la república que un día sí y el otro también descalifica a sus adversarios, a veces reales, a veces imaginarios. Una de las frases más desafortunadas de López Obrador, con cuyo ingenio para la diatriba y la descalificación se podría hacer un colorido diccionario del insulto, como propuso tempranamente Gabriel Zaid, fue la afirmación de que el coronavirus le venía “como anillo al dedo” para consolidar su proyecto, llamado sin ironía “cuarta transformación”. Y me acordé de una reflexión de Octavio Paz a propósito de la Guerra Civil española.
Invitado a dar el discurso de apertura por el quincuagésimo aniversario del Congreso de Escritores Antifascistas de Valencia, Octavio Paz recordó una visita a las trincheras en el Madrid (heroico y asediado, pero también criminal) de 1937. Cuando el odio había deshumanizado por completo a ambos bandos. No había seres humanos, había alimañas sedientas de sangre. Arpías carroñeras. Buitres asesinos. Fascistas y rojos, el corazón helado de las dos Españas.
Ahí, cuenta Paz, en la Ciudad Universitaria, logró oír unas voces bajas al otro lado de su posición. Una pedía fuego para su mal liado cigarrillo de trinchera. Otra se lamentaba de la amada ausente. Paz preguntó en voz baja al responsable del grupo que los llevaba que quiénes eran esos que susurraban, y el guía le contestó: “Son los otros”. Paz dice que descubrió ahí, para toda la vida, “que los enemigos también tienen voz humana”. Los otros no son sino nuestros semejantes.
La etimología de la palabra “concordia”, de origen latino, sería más o menos la propiedad o capacidad de juntar los corazones, formada del prefijo con– (junto, unión, todo, globalmente), el sustantivo cor, cordis(corazón) y el sufijo de cualidad –ia.
El antónimo de concordia es “discordia”. La máxima discordia es la guerra, circunstancia en donde los derechos desaparecen y el asesinato de los enemigos es legal y buscado por todos los medios. La guerra civil es la guerra entre semejantes, la discordia al cubo.
La tercera acepción de la palabra concordia en el diccionario de María Moliner es “sortija compuesta de dos aros entrelazados”.
Busquemos entre todos que el único anillo que nos venga al dedo sea la sortija de la concordia.