Las palabras del presidente causaron verdadero estupor. En su twitter personal @lopezobrador escribió: “Me la comería a besos, pero no puedo por la sana distancia. Es un primor”, junto un video donde una niña ataviada con el traje mixteco, en Tlaxiaco, le recita de memoria una composición. Sostenida en vilo, de manera incómoda para padre e hija, la niña demuestra buena memoria y control de los nervios.
El tuit refleja la característica más preocupante del presidente: su absoluta incapacidad para aceptar la crítica. En realidad, el tuit es una respuesta a los reproches que había recibido días antes por besar, casi morder, el cachete de una niña. También es casi una ironía ante el estado de alarma ciudadana por la extensión de la pandemia del Covid-19 y la inacción del gobierno. En dos semanas, que no diga nadie que no podía saberse o evitarse.
Lo que no se ha hecho es revisar las palabras aprendidas por la niña y su significado. Hagamos un repaso:
El compromiso con el Sureste quedó en el olvido hace más de tres generaciones [medidas a lo Ortega y Gasset, el abandono es desde 1945, con la llegada de Miguel Alemán al poder. Medidas a lo Luis González y González, el abandono es desde 1975, congruente con la ideología oficial de culpar todos los males a un enemigo cómodo e inventado: el neoliberalismo, salvo que se brinca el sexenio de López Portillo].
Usted es el hombre que nos devolverá esa gran cultura, la grandeza del pasado [toda cultura que depende de un hombre para recuperar su grandeza perdida tiene serios problemas, o su grandeza era fingida y frágil. La idealización del pasado indígena es pura demagogia, el mito del buen salvaje de nuevo entre nosotros].
Usted, presidente, tiene el poder de evitar cientos de muertes cada año, por falta de atención en un hospital de especialidad [qué miedo un funcionario que quita y da vida. Lo perverso de esta lógica sería su opuesto: por lo tanto, también tendría el poder de causarlas sin esos hospitales]. Muchos antes de usted nos prometieron algo que jamás cumplirían, nos ilusionaron, nos dieron la espalda con absoluta indiferencia a nuestras necesidades [ese algo, el hospital de especialidades, empezó en ese tiempo oscuro, terrible, esas tinieblas lúgubres del neoliberalismo y su inauguración, otra vez pospuesta por cierto, pero la niña cómo iba a saberlo, es gloria máxima del presidente actual. Oportunismo de la peor ralea].
Presidente, estamos con usted, su gran proyecto de nación. Nosotros somos sus aliados en esta cruzada para rescatar a México. Su cuarta transformación cada día se fortalece más y ya nadie la puede detener [nadie debe ofrecer, en una democracia, su apoyo irrestricto y acrítico. Menos de un menor sin derecho al voto, aunque se infiere que habla en nombre de los mixtecos. Nadie debe pedirlo. La democracia no puede ni debe ser producir cambios definitivos. Todo es revisable, reversible, y las minorías tiene derechos también]. Cuando se vaya y esté en su oficina [inconcebible en un hombre de poder que esté en el futuro en algún lugar distinto a una oficina] o en algún lugar del país [o de gira permanente], recuerde que Tlaxiaco lo quiere y le vivirá eternamente agradecido por darle esto que beneficiará a muchos mixtecos, generaciones hablarán de usted y su capacidad de entender nuestras necesidades [y será leyenda su figura, por supuesto, por venir en plena pandemia a no inaugurar un hospital].
¡Que viva el presidente Obrador! [Nos comemos el López, por común.] ¡Que viva el verdadero amigo del pueblo! [Desde luego, hay falsos amigos del pueblo.] ¡Que viva el presidente de los compromisos cumplidos! [Hospital aún no inaugurado, perdón que insista.] ¡Que viva el presidente humano! [Ciertamente los ha habido animales.] ¡Que viva el presidente que dormía con los más necesitados! [La biografía personal sobre su estancia con los chontales vuelta mito popular al año y medio de gobierno.] ¡Que viva el presidente de la esperanza! [Mucha falta nos va a hacer.]
El narciso requiere la aceptación permanente, universal, incuestionada. Su inseguridad es tan grande que necesita reafirmarse todo el tiempo. La gente que trabaja con él lo sabe y permite estas cosas. Pobre, hay que animarlo, la derecha está desatada. Qué oportunistas.
—Muuuuu. No te puedo dar beso. No te puedo dar besos, pero te quiero mucho. Te quiero mucho y qué bien lo dijiste. [Palabras para cincelar en mármol del presidente de la esperanza.]
Un tercero. Siempre hay un tercero dispuesto aparece:
—Oiga, el día primero que regrese tiene que decirlo en público otra vez.
[Pero qué gran idea:]
—Sí, ¿en público lo vas a decir el día primero? ¿Sí? Te invito. Voy a regresar yo. Bueno, pues, adiós. [La puerta de la camioneta se cierra.]
Eso era el cambio, entonces. La ridícula construcción de un culto a la personalidad que se sostiene en nada. Dejemos la crisis autoinducida, el retroceso democrático, la división de la sociedad. Lo grave es que ante esta disyuntiva no haya piloto. E imaginemos una distopía:
Un país sin crisis. Gobernado democráticamente. Con abundante inversión privada, sobre todo en el sector de la energía. Debate de altura en los medios. Un aeropuerto estratégico a punto de inaugurarse. Y un presidente, Meade o Anaya, que desde Los Pinos (aséptico y funcional), atendiendo sólo al comité sanitario y científico, guarda cuarentena, tras tomar en tiempo y forma medidas sanitarias y económicas. Los aliados apoyan. La comunidad científica aplaude. Qué suerte que tuvimos tiempo para aprender de Asia y Europa. Y entonces sí, la fuerza de la sociedad mexicana, ese pueblo bueno, se desborda, como siempre, con gestos de solidaridad en todos los ámbitos y niveles. Casi hay una competencia por ayudar más y mejor. Desde Palenque, el candidato derrotado de Morena, expresidente legítimo, es una de las pocas voces en discordia: él lo haría mejor.
Pero, claro, no podía saberse.
MUY BIEN